El camino de todo inversor comienza por la elección de un broker a través del cual ejecutar la operativa. Pero justo un paso antes de eso, debería haber tenido que elegir uno de los muchos brokers que ofrecen sus servicios a inversores individuales, como tú y como yo. Y uno de los aspectos a los que hay que prestar más atención es al coste de invertir con cada uno de ellos.
Y no es para menos, pues algunas veces la cuantía de estas comisiones puede comerse una parte importante de tu rentabilidad. Es por eso que conviene estar informado y tener conocimiento de todas lo que son las comisiones y en concepto de que se te van a cobrar. Para ayudarte a ello, en este artículo encontrarás una explicación fácil sobre cada tipo de comisión.
Es tal vez la más fácil de entender. Son las comisiones que el broker nos cobrará por el hecho de tramitar y ejecutar nuestras operaciones de compra y de venta. Es una de las comisiones más comunes, y se aplica a cada una de las operaciones individuales de compra o de venta de productos de inversión.
Esta comisión suele ser un porcentaje sobre la cantidad invertida, aunque puede haber intermediarios que decidan aplicar tarifas planas (cualquier operación, de la cuantía que sea, conlleva una misma comisión) o cualquier otra fórmula similar.
Cuando una empresa genera beneficios, la junta directiva puede decidir si los reinvierte en crecer el negocio, si los destina a pagar parte de la deuda, los usa para realizar una recompra de acciones, los guarda en caja, o, los reparte entre sus accionistas en forma de dividendos. Si deciden repartir parte de sus beneficios en forma de dividendos, recibirás un ingreso en tu cuenta del broker de una cuantía proporcional a la cantidad de acciones que poseas en una fecha determinada.
Es una comisión que cada vez menos brokers cobran a sus clientes. Aunque de aplicarse, se suele calcular como un porcentaje sobre el total de dividendos que se cobran. Esta comisión cobra mayor importancia en estrategias de inversión basadas en mantener acciones de empresas esperando el reparto de dividendos. Pues se podría llegar a comer una parte de los ingresos esperados.
Esta comisión es la que nos cobra el broker intermediario por mantener nuestras acciones. Hace ya algún tiempo, esta comisión tenía sentido ya que cuando comprabas acciones o bonos, lo que recibían era un papel. Y el intermediario era el encargado de custodiarlos físicamente. Pero en la actualidad, todo esto se gestiona de forma digital. De forma que cuando adquieres algún producto de inversión, basta con tomar nota de tu operación en una cuenta. Y es por eso que la mayoría de brokers han dejado de cobrarlas.
Aun así, algunos brokers siguen cobrando una pequeña cantidad en concepto de custodia. Podrás encontrar una gran variedad de modalidades, siendo la más común la tarifa plana. Aunque algunos brokers ligan su cantidad al valor de las acciones. Y cada uno la cobra con una frecuencia distinta: cada mes, cada tres meses, seis meses, o, una vez al año.
La comisión de mantenimiento es algo más común que la de custodia. Aunque también hay muchos brokers que han dejado de cobrarla en la actualidad. Básicamente es una comisión que se cobra por el hecho de tener una cuenta de inversión. Su cuantía suele calcularse en función del valor de la cartera. Al igual que la comisión de custodia, cada broker decide con qué periodicidad cobrarla.
Tanto la comisión de custodia como la de mantenimiento son relativamente poco comunes. Pero no por eso hay que perderlas de vista. Si hacemos pocas operaciones y nuestra idea es invertir a largo plazo, pueden convertirse las más cuantiosas.
La mayoría de los brokers te cobrarán una comisión por cambio de divisas si compras moneda extranjera o productos comercializados en otra moneda que no sea la local. Lo más común es que sea un pequeño porcentaje sobre la cantidad de moneda cambiada.
Suele cobrarse a cada operación de cambio. Por ejemplo, si vivimos en España y compramos acciones de alguna empresa estadounidense, el broker necesitará cambiar los euros de nuestra cuenta por dólares para poder realizar la compra. Y, en el momento de la venta, el broker automáticamente venderá las acciones por una cierta cantidad de dólares, que posteriormente cambiará a euros que ingresará en nuestra cuenta. Por lo que nos cobrará es una comisión que se paga tanto en la compra como en la venta.
Para evitar tanto esta comisión como la exposición a los cambios de las diferentes monedas, algunos brokers te permiten elegir en el momento de la venta si deseas que se realice el cambio a tu moneda actual, o si por el contrario, quieres quedarte con la moneda extranjera.
Algunos brokers deciden cobrarte una comisión por cada uno de los mercados en los que operes a lo largo del año (excepto el mercado local, que suele ser gratuito). Esta no es una comisión muy común. Y tampoco suele comportar un desembolso importante.
Como bien indica su nombre, si decides cambiar tu cartera de un broker a otro, éstos pueden decidir cobrarte una comisión. Este tipo de comisiones suelen ser elevadas, y conviene valorar si queremos traspasar las posiciones en cartera, o, venderlo todo lo que tengamos en el antiguo broker para volver a comprar desde la nueva cuenta.
Las diferentes bolsas y mercados cobran a los propios brokers un canon o comisión. Cada bolsa o mercado aplica estos cánones de una forma distinta, por lo que no vamos a entrar en muchos detalles. Pero lo que es importante que sepas es que es para todos igual. Inviertas a través del broker que inviertas, este va a tener que hacer frente al pago de ciertos cánones por el mero hecho de operar. Lo que pasa es que suele tratarse de cantidades bastante contenidas, y algunos brokers deciden hacerse ellos mismos cargo y no repercutirlo al cliente de forma explícita.
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